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Una familia de tradición tambera

Una familia de tradición tambera

En Adela “Cuti” Walberg confluyen líneas genealógicas suecas, vascas, irlandesas e inglesas por las que corre una tradición que despliega en el tambo familiar.

El tambo La Paloma está en Bayauca partido de Lincoln, en el campo que viene por el lado de su mamá. “Mi abuela, María Josefina Ahumada se casó con Patricio Donovan, un irlandés al que le gustaban mucho las vacas Holando. En su familia tenían una cabaña en Capitán Sarmiento”. En aquellos tiempos a principio de siglo XX en La Paloma hacían ganadería y criaban raza Shorthorn, hasta que Patricio, a fines de los años cincuenta empezó con el tambo. “Nuestro tambo, siempre trabajando fuerte la genética Holando, fue la segunda espina de pescado de Argentina, el primero fue La Martona.  Mi abuelo muere joven, en 1962, a los 42 años, mamá, la mayor de seis hermanos, tenía quince años. El tambo siguió con su hermano Jorge y cuando mamá en 1975, tenía entre veinticinco y veintiséis años se fue a vivir al campo con mi papá, que es Ingeniero Agrónomo y ellos siguieron con el tambo. En su mejor momento La Paloma llegó a tener 1200 vacas en dos tambos”. A su vez, su abuelo Walberg, era comprador de crema en cremerías.  “Su mamá era inglesa y siempre se movían dentro de esa comunidad. Él trabajaba para una empresa que se llamaba River Plate y compraba crema en distintos lugares del país. Después empezó a alquilar campos y poner tambos. Por los dos lados de la familia tenemos tradición tambera”.

Familia, tambo y empresa

Recién casados e instalados en La Paloma, Adela Donovan y Gustavo Walberg, los padres de Cuti, empezaron a crecer y a desarrollar la empresa familiar. “Papá con dos amigos, Jorge Herbin y Alberto Hardoy, en 1976 empezaron el CREA Lincoln tambero. Eran bastante inquietos. En los ochenta viajaron a Estados Unidos para ver y conocer y empezaron a replicar el silaje de maíz.  Mi infancia fue vivida en el campo, estábamos todos tomados por la actividad del tambo”

Cuti es la segunda de cinco hermanos. Su padre y su abuelo habían ido pupilos al San Jorge, el tradicional colegio inglés, y Gustavo quería que sus hijos siguieran con esta tradición, pero su mamá se opuso, así que se mudó a Buenos Aires y los chicos cursaron su escolaridad en el Santa Hilda, también inglés, y ligado al San Jorge. Pasaron los años, los mayores empezaron la universidad, los dos hermanos más chicos cursaron pupilos y el matrimonio Walberg volvió a vivir al campo.  Por esos tiempos hubo ciertos cambios familiares en torno a la empresa y el manejo del campo, así que Adela y Gustavo se fueron a Laboulaye, Córdoba, siguieron con la actividad tambo y empezaron una fábrica de queso. “Fue una década con demasiados cambios económicos, fueron los tiempos de la hiperinflación y la ley de convertibilidad, fue una etapa difícil, en el año 2000 terminaron cerrando la fábrica. Fue una experiencia demasiado dura como para querer replicarla. Después, con el tiempo y las sucesiones familiares, mamá eligió seguir con el tambo en La Paloma”. Las vacas que estaban en Córdoba fueron trasladadas a ese tambo, que luego de la división, siguió trabajando a menor escala, con 500 vacas, y así funciona hasta hoy. “Desde ese momento entre el 2000 y 2002 mamá y papá se radicaron nuevamente en Bayauca. Yo vivía en Estados Unidos, otra de mis hermanas en Chile y mis hermanos estaban en la universidad”. En el 2008, Pepe, el más grande de los hermanos varones, ingeniero industrial de profesión, se mudó a Lincoln con su familia y empezó a trabajar con sus padres. Dos años más tarde Cuti vuelve de Estados Unidos donde se fue involucrando y aprendiendo acerca del cooperativismo “Me pareció muy interesante. La cooperativa en la que yo trabajaba era un supermercado donde vendíamos productos orgánicos. Fue un aprendizaje de una forma de vida y de producción, que propone una alternativa y muchas veces se ve como opuesta a la extensiva y a la agroindustria. Fui muy combativa con la idea del tambo encerrado o las formas de la producción extensiva cuando llegué”. Ya en el campo se fue familiarizando con los temas del tambo y se quedó. “Yo soy administradora de empresas. En 2015 hicimos un primer traspaso familiar, quedamos trabajando mi hermano y yo, y papá y mamá un poquito más de en rol de dirección. Fue una construcción. Yo llegué con casi cuarenta años y había trabajado toda mi vida fuera de la empresa familiar, venía con otro lenguaje y propuestas de manejo y toma de decisiones que fueron bastante tomadas. Fue un proceso de pasar de ser una familia de campo, a ser una empresa.” Hoy Cuti vive en el campo con su papá desde que falleció su mamá. Los dos hermanos varones, Pepe y Alberto, viven en Lincoln con sus familias; Astrid, la mayor de las hermanas, vive en Tigre y Marina, en Estados Unidos.

 

Construir comunidad

“Mi ímpetu también pasó por trabajar con las comunidades, para que estén vivas, nutridas y ahí me fui acercando a la política. Nosotros vivimos al lado de un pueblo que tiene más o menos seiscientos habitantes, nuestro acceso es de tierra, no hay banco, ni cajero automático, el acceso de los maestros a la escuela es bastante errático, por cinco años no hubo médico en el pueblo ni cuartel de bomberos…hoy hay cuartel, doctor y se hizo un camino mejorado. Con un grupo de la comunidad nos dedicamos a crear el cuartel, compramos un terreno y un coche bomba, es un orgullo muy grande, es un servicio y un lugar de pertenencia de la comunidad. En paralelo empecé a trabajar en política. En eso me influenció mucho haber vivido en Estados Unidos. La gente le dedica mucho tiempo a la construcción de la comunidad, es una red de redes trabajando en las instituciones intermedias”. Cuti tiene una mirada muy crítica de los políticos y de los partidos, pero así todo, no dudó en involucrarse e intentar aprender y ver qué podía hacer por su comunidad. Este camino la llevó a ser hoy concejal por el PRO en Lincoln.  

El tambo y su equipo

La Paloma funciona con un esquema de encierro en ensenadas y sombras móviles y el campo se destina para la producción del alimento. Hoy ordeñan 11.000 litros de leche diarios. De a poco fueron adquiriendo algo de tecnología con collares para la lectura biométrica de las vacas y con puerta apartadora. “Pepe es el gerente operativo del tambo y esto responde a su búsqueda de eficiencia”. El alimento se basa en silo, maíz, harina de soja, rollo y cascarilla y con eso se hace el TMR (dieta que se construye y la vaca no sale a buscarla al campo). Cuti por su lado está a cargo de la administración contable y de la gestión de recursos humanos y colabora también en el planeamiento y control de plan anual.

El equipo se conforma con un total de 27 personas trabajando en los dos campos, Bayauca y Laboulaye, y la mayoría de las personas vive en el campo. Solo en La Paloma tienen tambo. Se ordeña tres veces por día con dos equipos de tres personas con turnos cada 8 horas. Hay un día que tienen dos turnos, y uno, con uno solo. “Nos enfocamos en que tengan una buena vida familiar y muchas horas libres. El día que es de dos turnos, el ordeñe es a las doce de la noche y cuatro de la tarde; y el día que es de un solo horario, es a las diez de la mañana. Todos tienen bastante tiempo para su vida cotidiana. Quizás con 450 vacas se necesita menos gente, pero para nosotros es importante que haya más personas con tiempos más relajados. El equipo de maquinaria, que son los alimentadores, se conforma con tres personas y dos personas para el equipo de la paridera; y hace una año y medio trabajamos con una veterinaria full time. Hace un tiempo con mi hermano empezamos a trabajar contratando profesionales, contratamos a una contadora junior en Lincoln para toda la parte de la gestión. Fue algo muy positivo, es interesante a nivel empresarial”.

Vida institucional

En su búsqueda de ponerse al servicio de los demás, también se fue acercando a la cámara. “Durante el año pasado me encontré varias veces con Jock Campbell, a quien no conocía, y también con Daniel Villulla, y me fueron invitando a participar. La cámara tiene una formación sectorial tan precisa y una interacción con lo que está pasando coyunturalmente en nuestro sector y con intercambio con otras cámaras o niveles de gobierno, que me parece muy importante. Veo cómo interactúan con una seriedad increíble y conocimiento que me dan más ganas de participar. Hace años me sumé al grupo Una Sola Voz, es una conversación superimportante, el Whatsapp hizo una revolución con los tamberos, se han hecho un montón de luchas o planteos por estar en comunicación constante. La sensación de responsabilidad para representar al sector me motiva a ponerle tiempo y la poca experiencia que tengo. Aunque nací en un tambo y hace diez años que estoy, siento que estoy más en el lado del aprendizaje.”

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