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Lograr una sola voz es un desafío pendiente para la lechería argentina

Lograr una sola voz es un desafío pendiente para la lechería argentina

Con la fuerza e inquietud que lo animaron desde el principio y sin dejar de aspirar a una lechería unida, Juan Bautista Verges, productor tambero y primer presidente de CAPROLECOBA, recuerda los inicios de la cámara y su vida como productor lechero.

La nieve estaba cayendo, calma y silente, desde temprano. San Martín de los Andes se vestía con sus mejores ropas, las que auguran una nueva y esperada temporada invernal. Desde ese escenario, Juan Bautista Verges se remonta a aquel 2002, año crítico y turbulento, que encendió los ánimos de una lechería que quería estar mejor. “Un grupo de productores fuimos los que formamos la cámara con la inquietud de que haya una entidad única, especifica, representativa, democrática y profesional que nos represente a los productores lecheros ante la cadena, el gobierno y la sociedad. Que recientemente tuvo un nuevo impulso trunco bajo el nombre de USV (Una Sola Voz). El país era un desastre y nosotros también éramos un desastre y tuvimos la oportunidad de juntar voluntades”. La reunión inicial fue en Trenque Lauquen, recuerda, y en esa asamblea, con más de 580 productores inscriptos, nació la Cámara de Productores de Leche de la Cuenca Oeste de Buenos Aires. “La idea de la formación fue la de unificar la voz de la lechería. En su momento cuando la estábamos armando había diecisiete entidades que nos representaban. Nos juntábamos y nos peleábamos entre nosotros. Por lo tanto, nunca llegábamos a acuerdos con el CIL ni con el gobierno. Creímos que era la solución”. Como primer presidente de la cámara, él junto a otros representantes, recorrieron más de doscientos mil kilómetros. “Nos movimos muchísimo para ver qué se podía hacer. Llegamos a hacer una federación argentina, que la dimos a conocer en San Francisco en el año 2002. Estaban Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires y La Pampa, coincidíamos en lo mismo y quisimos ir para adelante, pero también se metió la política y no logramos la unión que queríamos. La cámara trabajó muchísimo para lograr esa unidad, pero no fue posible. Este es un desafío pendiente para la lechería argentina”. Cuando Juan Bautista cumplió sesenta años se retiró de todas las entidades e instituciones en las que participaba en ese momento porque creyó que había cumplido un ciclo. “Estoy convencido de que nos enquistamos en una silla y no queremos salir. Las instituciones están llenas de dinosaurios, de alguna gente que ya no tiene más ideas y no dejan participar a la juventud, porque justamente no tienen ideas. Es muy bueno que exista la cámara y que algún día retome con más énfasis el camino de la unidad, como quiso hacerlo Pancho en su momento. (N de la R: se refiere a Francisco Verges, su hijo, y también ex presidente de CAPROLECOBA). Yo tengo un gran amigo ahí adentro que se llama Daniel Villulla y por supuesto otros más. Hay un montón de gente valiosa. Yo siempre tomo el ejemplo de Francia donde conocimos una institución, la Federación Francesa, donde estaban representados todos los productores, pero con otra mirada porque ellos trabajaban con cuotas, estaban más atados a la producción que otra cosa, nosotros no las tenemos y no quisiera tenerlas tampoco”. A la complejidad de los surcos y tiempos institucionales se le suma, según su mirada, algo más: “vivimos en Argentina donde cada uno quiere su protagonismo y no perder lo que tiene, al no querer perder lo que tiene, no hay renuncia. No puede ser que no podamos ponernos bajo un mismo paraguas que dirija la lechería. La leche es blanca y el producto tiene que ser negociado o pactado desde ese punto de vista”. Mirando hacia atrás valora el trabajo realizado y los amigos del camino. “La cámara debe ser hoy la institución más importante que tiene la lechería, pero no sé si es reconocida por todos. Yo me siento representado y es muy bueno que sigan con el ánimo que siguen y participando. Ahí está otro estandarte, Jock Campbell, otro de los promotores de esto”. Familia y empresa Como muchas familias de productores lecheros, los vínculos y el trabajo, forman un equipo consolidado. Juan Bautista y Graciela Barzi están casados hace 51 años y tienen tres hijos, Juan Bautista, Magdalena y Francisco; y siete nietos. Francisco, el menor de los tres, se quedó en Nueve de Julio y trabaja en la empresa. “La verdad es que tengo una muy linda familia”, reconoce mientras se le alegra a voz. “Vivimos de la lechería desde el año 85/86. Antes hacíamos agricultura y ganadería y un día se dio la posibilidad de poner un tambo”, y lo hicieron en La Norumbega, un campo de Graciela ubicado a trece kilómetros de Nueve de Julio. “Yo nací en Venado Tuerto, en Sancti Spiritu. Como productor agropecuario mi primera experiencia fue en 1975 cuando me fui a Córdoba con Graciela y los chicos a un campo que se llamaba Colonia La Rosa, que tenía la familia de mi mujer en Pincén. En 1980 ella y los chicos se fueron a vivir a Buenos Aires y tres años después nos mudamos todos a Nueve de julio, al campo. Los tres chicos terminaron la secundaria ahí y después cada uno se fue a seguir su carrera”. El grupo empresario se conforma en primer lugar con el campo y tambo propio. Junto a dos socios y vecinos de ese campo gestionan dos tambos más en campos alquilados y con otra sociedad alquilan un campo en Bolívar, con otro tambo. En total son cuatro tambos con 1600 vacas. “Producimos de la forma más simple. Nuestra gran virtud fue siempre copiar y copiar lo mejor, pero sin ningún tipo de tecnología más que la lógica de ordeñar una vaca. Tenemos un sistema con un tambero mediero que se encarga de todas las cosas del tambo. Nosotros ponemos pasturas, verdeos, todos los procesos y la plata para que eso se pueda desarrollar, y el tambero con su gente, ordeña la vaca. Hay un porcentaje que va para él”. Todos los tambos son espina de pescado, dos de diez bajadas y dos de catorce. “Tenemos una carga aproximada de dos animales por hectárea. La alimentación es pastoril, pero con una dieta de 8kg de alimento por vaca por día, acompañada de silo de maíz y algún rollo en momentos puntales y no varía en todo el año. No tenemos pariciones de diciembre, enero y febrero y el resto del año, parición corrida”. Hoy están produciendo 35.000 litros diarios aproximadamente, en período de secada bajan hasta unos 25.000 y han alcanzado picos de 41.000 litros. Juan Bautista y Graciela ahora pasan la mayor parte del tiempo en su casa del sur. “Lo que nos enseñó la pandemia es que se puede hacer muchas cosas desde cualquier lugar y teniéndolo a Pancho hoy como administrador compartido junto a nosotros de toda la sociedad, estamos con las espaldas totalmente cubiertas. Son etapas que se fueron cumpliendo a través del tiempo. Esa es nuestra historia como lecheros”.

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